Marcas legendarias de relojes: IWC

La historia de una de las marcas de relojes más prestigiosas empezó cuando el ingeniero y relojero de 27 años, Florentine Ariosto Jones de Boston, Estados Unidos, viajó a Suiza y creó la marca de relojes “International Watch Company” en 1868. Con una mano de obra altamente cualificada y algunas de las máquinas más modernas del continente americano, Florentine tenía una visión. Sus intenciones iniciales eran fusionar movimientos suizos elaborados con tecnología de ingeniería moderna estadounidense, para vender sus creaciones en el mercado norteamericano. Sin embargo, Florentine encontró algunos problemas, como que los expertos artesanos de la región de Ginebra y de los remotos valles de Suiza occidental vieron sus planes con escepticismo.

Algunos años más tarde, por temor a quedarse atrás en la era industrial, Florentine tuvo la suerte de conocer a Heinrich Moser, un relojero y fabricante de Schaffhausen que creaba relojes de bolsillo para, entre otros, el imperio ruso. Moser, un pionero en la industria, acababa de instalar en Schaffhausen una estación hidráulica que extraía su energía de las cataratas del Rin. Esta estación proporcionaba energía barata pero a muy pocas personas. Era justo lo que Jones necesitaba y decidió instalar allí la compañía IWC. Florentine no solo estaba iniciando así el camino a la creación de una gran marca gracias a su gran perspicacia empresarial, sino que también mostraba ser un excelente diseñador de relojes. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, IWC experimentó algunos cambios en la dirección, pero su compromiso con el desarrollo de grandes relojes nunca vaciló.

En 1936, IWC presentó el primer reloj diseñado especialmente para pilotos que incorporaba un bisel giratorio con índice de punta de flecha que se podía usar para registrar tiempos de despegue. También estaba equipado con un escape antimagnético. En 1939, IWC introdujo uno de sus relojes más indiscutiblemente icónicos, el Portuguese. Fue el resultado de la petición de dos hombres de negocios portugueses, que necesitaban un reloj de pulsera que ofreciera la precisión de un cronómetro marítimo. En aquel momento, la única manera de hacerlo era utilizar el calibre de un reloj de bolsillo de alta calidad, simplemente porque presentaba un volante más grande, lo que proporciona una mayor inercia, aumentando la precisión del reloj. Pero poco sabía IWC que, estéticamente, el Portuguese estaba por delante de su tiempo.

En 1948, el reloj de piloto Mark 11 marcó otro hito importante para IWC, incorporando una caja interior en hierro dulce que protegía el movimiento contra los campos magnéticos. Muchos relojes de pulsera de IWC emplearon más adelante esta protección y abrieron el camino al excelente reloj de pulsera que llevaría el nombre de Ingenieur. En la última parte de la década de 1960, IWC aumentó aún más su gama de relojes introduciendo el Aquatimer, el reloj de buzo profesional de IWC, y sacando al mercado, también en ese periodo, uno de mis favoritos personales, el Yacht Club.

Hoy, IWC Schaffhausen forma parte de la corporación de lujo Richemont Group, como Vacheron Constantin y muchas otras marcas de relojes. Y, aunque algunos pueden argumentar que esto ha disminuido algo su carácter, IWC todavía produce algunos de los relojes más impresionantes del mundo dentro de su amplia gama de modelos, que incorpora movimientos fabricados en la casa. IWC es uno de los pocos fabricantes de relojes que han dominado y ofrecen casi todas las complicaciones en la industria relojera, como: cronógrafos, calendarios perpetuos, repetición de minutos y tourbillones, así como algunas ofertas únicas como un calendario perpetuo digital con cronógrafo flyback.

Hoy, como hace muchos años, los relojes IWC todavía llevan la misma inscripción: “Probus Scafusia”, es decir, “bien hecho en Schaffhausen”.