Tom Mulraney

Creciendo en Australia en los años 80 y 90, a mí alrededor no había mucha afición por los relojes. Solo había un vendedor autorizado de relojes de alta gama en la ciudad donde vivía, y la marca más prestigiosa que vendían era Rolex. A principios de los años 2000, encontré el Omega Speedmaster Automatic de la década de 1960 que pertenecía a mi abuelo, que falleció cuando yo era muy pequeño, con lo que nunca llegué a conocerlo. Su reloj fue mi manera de conectar con él. Antes de que me diera cuenta, me había enganchado al mundo de la relojería. Cada vez quería saber más cosas sobre relojes, especialmente sobre modelos antiguos. Como la mayoría de personas, para calmar mi sed de conocimiento recurrí a internet y a páginas como Chrono24. Ahora llevo más de una década aprendiendo y escribiendo sobre relojes, y comprendiendo el propósito por el que fueron creados.