En nuestro vertiginoso y siempre cambiante mundo, hay pocas cosas en cuya constancia podemos confiar. Un buen diseño, sin embargo, nunca pasa de moda, y en pocos ámbitos resulta esto más cierto que en el mundo de los relojes de lujo. Considere algunos de los modelos más emblemáticos de la era moderna: el Patek Philippe Calatrava, el Jaeger-LeCoultre Reverso y el Rolex Submariner.
Si bien todos son relojes muy diferentes, tienen en común sus diseños consistentes, funcionales y atractivos que han prevalecido durante décadas. De alguna manera, esto es lo mismo para los muebles modernos de gama alta de un período de tiempo similar. Es posible que se hayan realizado mejoras a lo largo de los años, diferentes materiales utilizados, etc. pero en última instancia, los elementos fundamentales del diseño permanecen intactos.
Los arquitectos
Sé que puede parecer una comparación extraña porque, a primera vista, los relojes y los muebles no parecen tener demasiado en común, aparte del hecho de que ambos atienden a una clientela exclusiva y exigente. Pero si ahonda un poco más, pronto descubrirá los hilos conductores únicos y los patrones de pensamiento compartidos que unen estas áreas. Muchas de estas ideas fundamentales se remontan a los pioneros de la arquitectura moderna de principios del siglo XX, como Le Corbusier, Frank Lloyd Wright, Ludwig Mies van der Rohe y, por supuesto, Walter Gropius.
Ellos, junto con sus contemporáneos después de la Primera Guerra Mundial, buscaron establecer un nuevo estilo arquitectónico para representar los tiempos modernos. Al igual que los estilos clásico y gótico representaron sus propias épocas, la influencia de las ideas del diseño moderno se extendió a todas las áreas, llegando a productos como muebles y, por supuesto, relojes.
Uno de los innovadores más notables del diseño fue la escuela de arte alemana conocida como Bauhaus, dirigida por Walter Gropius. En el corazón de la ideología Bauhaus estaba la noción de unidad en el diseño en todos los aspectos de la vida. El concepto de producción en masa todavía era relativamente nuevo en aquel momento, aunque su popularidad creció rápidamente. Gropius creía que era posible producir en masa productos que satisfacieran las necesidades de las personas, al tiempo que sus diseños conservaban la libertad individual de la expresión artística creativa. Bauhaus puso de manifiesto que el arte y el diseño industrial se podían unificar.
Se prestó más atención a la funcionalidad a través de formas geométricas simplificadas, que permitirían la reproducción de nuevos diseños con facilidad sin disminuir la experiencia del usuario final. Esto también se extendió a la tipografía, que se comenzó a ver como un medio práctico de comunicación y expresión artística en la que prevalecía la claridad visual.
La forma sigue a la función
Quizás el concepto más duradero de la ideología Bauhaus, y del movimiento moderno de la arquitectura en su conjunto, es la idea de que la forma debe seguir a la función. En esencia, esto significa que la belleza de un objeto se debe a que está diseñado para realizar su función práctica lo más perfectamente posible. Este principio es evidente en muchos de los diseños de muebles del movimiento modernista temprano, incluida la silla Barcelona creada por Ludwig Mies van der Rohe y Lilly Reich en 1929, la silla Wassily diseñada por Marcel Breuer en 1925-1926 y, por supuesto, los diversos muebles de LC diseñados por Le Corbusier desde finales de la década de 1920 en adelante.
Todos los diseños mencionados, y muchos otros originales del movimiento modernista, se han producidos en masa desde finales de la década de 1920, y están continuamente en producción desde la década de 1950, con poco o ningún cambio. Como era de esperar, también han sido ampliamente imitados por otros diseñadores. Más recientemente, Charles y Ray Eames diseñaron la Lounge Chair y la Otomana en la década de 1950. Este es un ejemplo más del diseño funcional que desde entonces se ha convertido en un icono continuamente copiado.
En el mundo del reloj, la historia es similar…
Calatrava de Patek Philippe
El Calatrava de Patek Philippe, considerado uno de los relojes de vestir más icónicos de todos los tiempos, salió a mercado originalmente en 1932. La colección todavía está en producción hoy, unos 85 años después. En ese momento, Patek estaba experimentando algunas dificultades financieras y necesitaba un modelo sólido para anclar la marca en la mente de los consumidores convencionales.
Aunque ha sufrido numerosas variaciones a lo largo de los años, el diseño fundamental sigue siendo prácticamente el mismo: una caja redonda, una esfera que solo muestra tiempo, a veces con fecha, una esfera limpia y fácil de leer, y ningún detalle superfluo. Increíblemente simple y, sin embargo, innegablemente elegante, es un diseño que siempre estará asociado con el reloj clásico y, por supuesto, ha demostrado ser una gran ayuda financiera para Patek.
Reverso de Jaeger-LeCoultre
Por su parte, el Reverso de Jaeger-LeCoultre había hecho su debut un año antes, en 1931. La fuerza motriz detrás de su diseño fue nuevamente la funcionalidad práctica. La colorida historia de su desarrollo afirma que los oficiales británicos en la India tenían un problema al jugar el popular juego de polo: los tacos de polo y sus cristales de reloj de vidrio no se llevaban demasiado bien. Esto llamó la atención del asociado de la marca LeCoultre, César de Trey, que vio la oportunidad de crear uno de los primeros relojes “deportivos” reales del mundo.
La solución definitiva llegó bajo la forma de un reloj de pulsera giratorio con una sólida tapa de acero, que podía voltearse fácilmente para proteger el cristal del reloj durante un partido. Esta es una idea increíblemente simple que se ha mantenido prácticamente inalterada durante los últimos 86 años. Irónicamente, el Reverso es uno de los pocos ejemplos de diseño duradero que no ha sido muy replicado por los competidores.
Rolex Submariner
Cuando pensamos en el diseño funcional en la relojería, inevitablemente pensamos en relojes herramienta; específicamente los de Rolex desde la década de 1950 en adelante. Podría decirse que el Rolex Submariner es el más icónico, y por lo tanto el más imitado. De hecho, es difícil pensar en un modelo que represente mejor el diseño de los relojes mecánicos de buceo. Sin embargo, también hay algo intrínsecamente atractivo en este robusto modelo de aspecto tradicionalmente asociado a lo masculino y con atemporal atractivo.
Todo en su diseño contribuye a que sea el mejor reloj de buceo mecánico posible: una esfera negra con índices luminosos que ofrecen un gran contraste, protectores de corona o corona enroscada y un bisel giratorio bidireccional. Todos estos elementos tienen un propósito funcional y, sin embargo, también juegan un papel clave en el atractivo estético atemporal de este reloj.
Royal Oak de Audemars Piguet
Por último, pero en absoluto menos importante, en nuestra lista de diseños atemporales tenemos el verdaderamente emblemático Royal Oak de Audemars Piguet. Al igual que el Calatrava, este modelo fue comercializado durante un momento de angustia, aunque esta vez todos los principales relojeros suizos pasaban por un periodo preocupante debido a la crisis del cuarzo, que cambió con rapidez el mercado. A fines de 1971, Audemars Piguet se dio cuenta de que si no hacía algo importante, y con rapidez, un colapso financiero sería inevitable. Basándose en algunos comentarios surgidos del mercado italiano sobre el posible interés en un reloj de lujo construido en acero, la dirección de la empresa tomó la audaz decisión de apostar fuerte por algo totalmente nuevo: un reloj deportivo pero elegante muy diferente de todo lo que el mercado había visto antes. El resto, por supuesto, es historia.
El famoso diseñador de relojes suizo Gérald Genta recibió la tarea de diseñar el reloj, y desde entonces lo ha llamado la obra maestra de su carrera. Inspirado en el casco de un buzo tradicional, el Royal Oak presentaba un bisel de forma octogonal asegurado por ocho tornillos hexagonales visibles fabricados en oro, una junta de resistencia al agua también visible y una esfera adornada con un motivo de “Petite Tapisserie”. Igualmente atractivo fue el brazalete integrado en acero, que demostró ser bastante complejo.
Todo estaba hecho de acero, lo que no hubiera sido tan escandaloso si Audemars Piguet no lo hubiera introducido en el mercado en 1972 con un precio de 3300 francos suizos (más caro en ese momento que un reloj de vestir de Patek Philippe hecho en oro). Por lo tanto, el Royal Oak fue el primer reloj deportivo de lujo del mundo. La reacción inicial fue de indignación y desprecio, pero finalmente los coleccionistas no pudieron negar el atractivo del Royal Oak y se convirtió en un gran éxito comercial para Audemars Piguet. Hasta el día de hoy, sigue siendo el modelo definitorio de la marca.
En resumen, aunque al principio pueda parecer extraño, los muebles modernistas de alta gama y los relojes elegantes tienen mucho más en común de lo que se pueda creer.
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