Por Sergio Arturo Cardozo, un lector de la revista de Chrono24
Hola, me llamo Sergio Cardozo y soy de Colombia. Mi pasión por los relojes es algo que he heredado de mi familia. A mi padre le encantan los relojes, al igual que a mi abuelo y a mi tío. A lo largo de los años les he visto llevar muchos relojes de marcas como Omega o Cartier. Desde que era un niño, me han atraído los relojes. Mi primer modelo fue un Swatch. Con solo 10 años, no pensé en la importancia de esa pieza y que me acabaría introduciendo en el mundo de la relojería. Cuando cumplí los 14 años empecé a interesarme más por los relojes. Ese interés me llevó a Chrono24, el sitio web que más me gusta para leer sobre relojes, marcas y sus historias. Hoy, soy coleccionista, estoy a punto de terminar el instituto y espero seguir aprendiendo más sobre relojes. Pero estoy aquí para contarles cómo empezó nuestra pasión familiar con el primer ejemplar de mi abuelo.
En los años 40, mi abuelo estudiaba medicina en Bogotá, Colombia. Debido a la Segunda Guerra Mundial, había muy pocas importaciones de relojes suizos a Colombia, y solo había una joyería que los importaba, Glauser, que todavía existe. La tienda estaba en la ruta que mi abuelo hacía todos los días para ir a la universidad. Como buen amante a los relojes, siempre se detenía a mirarlos en la vitrina, especialmente le gustaba un reloj: un Cyma.
En junio de 1948, mi abuelo se encontraba en su pueblo natal visitando a su padre. Era un pueblo de estilo colonial, y aunque no era el más moderno de los lugares, era pintoresco y hermoso. A mi abuelo solo le quedaba un semestre antes de graduarse cuando ocurrió un accidente en el pueblo: un niño fue atropellado, lo que provocó que su pierna derecha se gangrenara. El único médico que podía amputar la pierna necesitaba ayuda para anestesiar al chico. Pidió ayuda a mi abuelo, que aceptó de buen grado. Tras sedarlo, la operación se realizó con éxito. El médico fue a ver a mi abuelo a casa y le pagó por su ayuda. Este fue su primer trabajo.
Hacer realidad un sueño: mi abuelo y su reloj Cyma
De vuelta a Bogotá, mi abuelo se propuso hacer realidad el sueño de comprar el reloj que tantas veces había visto en el escaparate. Se dirigió directamente a la joyería Glauser y compró el que sería su primer modelo, y que además siguió siendo su favorito durante toda su vida: un Cyma de acero inoxidable, de cuerda manual y antimagnético.
Mi abuelo llevó ese reloj durante años. Le acompañó cuando se mudó a Estados Unidos a principios de los años 50 para obtener su título de postgrado. Le sirvió una y otra vez como reloj de campo, utilizándolo en situaciones adversas en las que podía mojarse, recibir golpes o soltarse y caer al suelo. El reloj superó la prueba del paso del tiempo, sin dejar de ser preciso, fiable y funcional.
El crecimiento de una colección de relojes: Omega, Mido, Tissot y Cyma
Cuando empezó a ganar un sueldo regularmente, mi abuelo empezó a adquirir otros relojes para su colección, incluidos algunos Omega, Mido y Tissot. Pero, independientemente de lo que comprara, seguía llevando su Cyma.
Mi abuelo siguió usándolo hasta mediados de los años 80, cuando dejó de funcionar. La carátula estaba completamente corroída y los números se habían desprendido, probablemente debido al uso tan continuado que había hecho desde el día de su compra. En 2002, llevamos el reloj a un muy buen relojero de Bogotá, que le hizo una revisión completa, incluyendo la reparación de la esfera. Lo dejó como nuevo.
El Cyma estuvo guardado en el escritorio de mi abuelo durante 18 años. Después de su fallecimiento, decidí abrir el escritorio y encontré el reloj todavía en perfecto estado.
No uso el reloj muy a menudo. Prefiero conservarlo como una reliquia familiar, y solo lo llevo en ocasiones muy especiales en memoria de mi abuelo.