Las complicaciones, que añaden al reloj funciones adicionales, se encuentran entre las principales características a tener en cuenta ante la compra de un reloj de pulsera. Hay quien prefiere la simplicidad de un modelo con solo tres agujas, pero para muchos entusiastas, un reloj nunca es lo suficientemente complicado. Pero no toda complicación tiene el mismo valor de complicación. Un tourbillon o un calendario perpetuo está en un nivel diferente que una simple complicación de fecha. Incluso el favorito perenne de los aficionados a los relojes, el cronógrafo, está disponible bajo muchas formas, desde lo más pragmático hasta lo increíblemente elaborado. En Chrono24 hemos dedicado muchos artículos a estas y muchas otras complicaciones clásicas. Ahora, no queremos hablar de complicaciones en general, ni de aquellas que son las más complejas, baratas o costosas: ahora le presentamos tres complicaciones de reloj de pulsera que son simplemente extraordinarias.
Un pájaro cantor en la muñeca
Cuando hablamos de complicaciones extraordinarias, no debemos olvidar los autómatas. En esta categoría, los relojes ponen en movimiento figuras o escenarios completos a ciertas horas o con solo tocar un botón. Algunos hacen sonar una melodía o realizan una determinada percusión. Otros imitan un casino sobre la muñeca e integran el blackjack y una mesa de ruleta que funciona. Todo esto, por supuesto, es mecánico. Particularmente notorios son los relojes de bolsillo de los siglos XVII y XVIII, que mostraban también representaciones eróticas, con frecuencia en la parte posterior, oculta a la vista. Hoy, Ulysse Nardin y Blancpain vuelven a visitar esta tradición haciendo un guiño ligeramente gamberro, sobre todo tratándose de relojes en edición limitada pecaminosamente caros.
Ante la cantidad de relojes automáticos fascinantes y atrevidos, es difícil elegir la complicación autómata más extraordinaria, aunque el Jaquet Droz Charming Bird, podría ostentar el título por derecho propio. Jaquet Droz, una marca del Grupo Swatch, toma su nombre de uno de los fabricantes de autómatas más famosos de todos los tiempos, Pierre Jaquet-Droz. La manufactura compensa con la calidad de sus relojes autómatas el hecho de que no hay una conexión histórica entre la marca actual y el personaje histórico cuyo nombre ha adoptado.
La creación más impresionante de la casa es el reloj Charming Bird. El dial real ni siquiera ocupa la mitad del diámetro frontal y llama la atención sobre un pájaro mecánico bajo una cúpula de cristal de zafiro. Alrededor y debajo de la reproducción del animal se encuentra el mecanismo que genera su movimiento. Al presionar un pulsador a las dos en punto, el mecanismo se activa:el pájaro gira sin dirección aparente alrededor de su propio eje, agitando sus alas y gorjeando con increíble realismo. Incluso el tono varía. Los sonidos se producen gracias a un sistema de cilindros de vidrio con pistones que bombean aire a través de una abertura. Una palanca modifica el volumen en uno de los cilindros, lo que cambia el tono. La velocidad del movimiento está regulada por un freno magnético, creación de Breguet, compañía perteneciente al mismo grupo.
La idea de este impresionante autómata no es fruto de la casualidad. Pierre Jaquet-Droz construyó cajas de música con pájaros cantores que se comportaban de la misma manera. La miniaturización y la instalación en un reloj de pulsera merecen el mayor respeto hacia esta idea.
El reloj automático «inteligente» con rotores que se autodesacoplan
Esta complicación extraordinaria se creó para resolver un problema que afecta a todos los relojes automáticos: una vez que se alcanza la carga total de la reserva de marcha, algo que suele suceder antes de que se agote realmente la tensión ya existente, un mecanismo de seguridad convierte el exceso de energía de la reserva en fricción. Esto conduce, lenta pero seguramente, al desgaste y reducción de la vida útil del resorte en tensión. Casi todos los fabricantes de relojes aceptan esta deficiencia como un mal menor.
Este problema ya se conocía en la década de 1960 y se desarrollaron soluciones teóricas, pero, debido a su «mantenimiento complicado», este «cúlmen de la construcción micromecánica» no se implementó en aquel momento. Las citas son de Hans Kocher, el inventor del microrrotor y uno de los pioneros del cronógrafo automático: este profesional seguro sabía de qué estaba hablando. Con esta valoración hecha en 1969, proporcionó las pautas para crear una complicación realmente extraordinaria, a pesar de que su construcción se retrasó unos 40 años.
En 2010 y 2011, dos fabricantes presentaron esta complicación por primera vez en un reloj de pulsera. La marca DeWitt bautizó su creación en el nombre de A.S.C. (Automatic Sequential Winding) y lo integró en un movimiento con rotor externo, cronógrafo y tourbillon. En 2011, una característica similar debutó en una creación de Richard Mille, el RM 030 que ofrece solo fecha y reserva de marcha, pero no puede definirse en ningún caso como un modelo sencillo.
En el DeWitt Twenty-8-Eight Régulateur A.S.W., un mecanismo asegura que la leva automática se desacople del movimiento cuando se alcanza el 96 % de la reserva de marcha (en este modelo, unas 69 horas). Aunque el rotor continúa girando, el trinquete que aumenta la tensión ya no puede acoplarse. Tan pronto como la reserva de marcha llega al 92 %, la leva se activa nuevamente y se reanuda el enganche.
En el Richard Milles RM 030, la leva se detiene tan pronto como se alcanza una reserva de marcha de 50 horas y se acopla nuevamente cuando alcanza las 40 horas. Un indicador a las doce en punto le indica al usuario si la leva está funcionando actualmente (indicador en «ON») o si está desenganchada (indicador en «OFF»). Según su propio testimonio, la empresa invirtió cuatro años en crear esta complicación. Técnicamente se basa en el indicador de par ya presentado en el primer reloj de Richard Miller, el RM 001 de 2001. Con esto se comprueba la fuerza del resorte y se desconecta o restablece la conexión del rotor a la leva. Fue desarrollado por el fabricante de complicaciones Audemars Piguet Renaud et Papi, cuyo fundador, Giulio Papi, trabajó con Mille en la década de 1990.
¿Una solución realmente complicada para un problema absolutamente secundario? ¡Son exactamente estas cosas las que me fascinan de los relojes mecánicos!
El tourbillon que nadie puede ver
Hemos cubierto el lado lúdico y técnico de las complicaciones extraordinarias. Pero aún existen las complicaciones que escapan a toda categorización. El reloj que personifica esto perfectamente es el Haldimann H9 Reduction. Puede verse como una obra de arte total, un alegato filosófico o como una expresión absurda del fenómeno del reloj de lujo. El veredicto depende de usted.
¿Qué es el Haldimann H9 Reduction? Es un reloj con un cristal de zafiro ennegrecido que bloquea cualquier vista de la esfera. El reloj funciona, se escucha su tictac, pero no hay forma de ver la hora. Podría considerarse como una extraña afectación relojera si no fuera por que este modelo incorpora incluso un tourbillon. Y no se trata de cualquier tourbillon, sino un tourbillon volador, que solo se apoya en un punto lateral y fue creado por la manufactura del relojero Beat Haldimann, quien cuenta con una tradición relojera familiar de varios siglos.
Ante semejante reloj, surge la pregunta: ¿qué quiere decirnos su creador? El H9 Reduction puede verse como la consecuencia final del H8 Flying Sculpture, que Haldimann presentó hace unos años. Este modelo también tiene un tourbillon volador y, aunque el cristal de zafiro no está ennegrecido, las manecillas convencionales también están ausentes en esa «escultura relojera».
El H9 sigue siendo un misterio. Quizás la consideración de un caso similar nos acerque a una respuesta. ¿Qué pasa con, por ejemplo, los movimientos de relojería que se crean a mano, solo para desaparecer bajo una lámina de acero no transparente? Aquí, también, el usuario solo tiene la satisfacción y la certeza de llevar una obra maestra en su muñeca: pero no la puede ver. Al fallecido Walter Lange siempre le gustó enfatizar que se pulen a mano incluso las partes de un reloj de A. Lange & Söhne que el cliente no podrá ver nunca. El H9 Reduction de Beat Haldimann lleva este principio al extremo. El hecho de que en su modelo no quede espacio para la función básica de mostrar la hora no contradice la opinión de Beat Haldimann sobre lo que un reloj es para él.
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