Los Geneva Watch Days son el primer evento en vivo desde el estallido de la pandemia de coronavirus. Del 30 de agosto al 3 de septiembre, múltiples grandes marcas de relojes, como Breitling y Bulgari, mostrarán allí sus últimas tendencias. Pero, ¿por qué en Ginebra, y qué ha convertido a la ciudad suiza en el centro del mundo de la relojería? ¡Descubrámoslo!
Cuando hablamos de relojes de lujo suizos, Ginebra suele ser la primera ciudad en que pensamos. No es de extrañar: numerosas marcas de relojes destacadas y famosas, como Patek Philippe o Vacheron Constantin, se fundaron aquí. O al menos su sede se encuentra en la capital relojera, como en el caso de Rolex. El nombre oficial de la ciudad en francés, «Genève», también aparece con orgullo en las esferas de varias marcas de relojes de lujo. Esto crea una asociación, consciente o inconsciente, con el mejor arte relojero, y hace tiempo que se ha grabado en nuestra mente como signo de calidad. Pero, ¿cómo se convirtió Ginebra en la ciudad relojera que conocemos hoy? ¿Qué significa el nombre «Genève» para el mundo de la relojería? ¿Por qué representa la máxima calidad? Antes de que empiecen los Geneva Watch Days, echemos un vistazo a la capital de los relojes. Tal vez incluso descubramos uno o dos lugares de interés que, como amantes de los relojes, podamos visitar durante esta edición.
Ginebra y los relojeros: cómo empezó todo
La historia de la ciudad está estrechamente ligada a la relojería. En 1536, Ginebra adoptó la Reforma de Lutero y, a partir de 1540, se convirtió en un importante lugar de refugio y nuevo hogar para los protestantes italianos y franceses. Entre los recién llegados había artesanos de talento, como joyeros y relojeros, que supusieron un gran enriquecimiento social y económico al instalarse en Ginebra y sus alrededores. Cuando el reformista Juan Calvino introdujo la disciplina eclesiástica en 1541, llegó la gran hora de los relojeros de Ginebra. Se prohibió el uso de joyas y la exhibición de artículos de lujo, lo que hizo que la relojería cobrara mayor importancia y que, por necesidad, los joyeros se volcaran cada vez más en los relojes. A diferencia de las joyas, estos se consideraban objetos importantes de uso cotidiano y no se veían afectados por la prohibición. Muchos artesanos de gran talento perfeccionaron la relojería y, gracias a ello, se desarrolló literalmente toda una industria. Ginebra se convirtió en una especie de capital de la relojería, y el nombre de la ciudad es ahora sinónimo del mejor arte relojero.
¿Qué implica «Genève»?
Pero, ¿por qué el nombre «Genève» implica un estatus tan alto en el mundo de la relojería? La lista de fabricantes de relojes con sede en Ginebra es larga, y sus nombres, como Rolex, Patek Philippe o Vacheron Constantin, se encuentran entre las marcas de relojes de lujo más famosas del mundo. Ni que decir tiene que este hecho ha contribuido en gran medida a la notoriedad de Ginebra en la industria relojera. Si los relojes suizos son el epítome de la relojería de lujo de alta calidad, podría decirse que el nombre «Genève» es la guinda del pastel, aunque las marcas de otras regiones suizas, naturalmente, tampoco tienen de qué avergonzarse.
Pero no por nada otras conocidas marcas de relojes de lujo han abierto, en el pasado, nuevas sedes en la metrópoli relojera solo para poder grabar el nombre «Genève» en la esfera. En cierto modo, se puede comparar con el nombre «Glashütte», que tiene un efecto similar en el caso de los relojes alemanes. Nos sugiere un cierto nivel de conocimientos técnicos. Pero la industria relojera ginebrina, que se ha desarrollado a lo largo de varios siglos, no solo se ha forjado una gran imagen. Con el nombre, los relojeros también han establecido ciertos estándares que representan un alto nivel de calidad y dan testimonio de dedicación y habilidad. Uno de ellos son las llamadas «Côtes de Genève», un patrón estriado en paralelo que es probablemente el acabado decorativo más extendido y famoso que se pueden admirar en las piezas de un movimiento. Otra marca de calidad es el llamado «Sello de Ginebra», también conocido como «Punzón de Ginebra». Este certificado se introdujo en 1886 y se concedía a los relojes cuyos movimientos se fabricaban exclusivamente en Ginebra y se distinguían por su alta calidad. Los criterios se volvieron a endurecer en 1957, y desde 2012 el certificado se otorga tanto al movimiento como al reloj completo. Dichos criterios se refieren a la precisión, la reserva de marcha y la resistencia al agua, entre otras cosas.
¿Merece la pena para los amantes de los relojes viajar a Ginebra?
Si Ginebra, con sus múltiples caras y facetas, tiene ya en general mucho que ofrecer a cualquier visitante, la ciudad es un auténtico El Dorado para los amantes de los relojes. Ginebra es un lugar popular para diversos eventos del mundo de la relojería. Por ejemplo, allí se celebra anualmente el «Salón de Alta Relojería de Ginebra» (SIHH, por sus siglas en francés), que desde 2020 se llama «Watches & Wonders» y que ha sustituido en gran medida a Baselworld como feria de relojes. En los «Geneva Watch Days», marcas como Breitling o Ulysse Nardin se reparten por toda la ciudad con sus salas de exposición y muestran sus colecciones actuales. Asimismo, en las casas de subastas ginebrinas Christie’s y Antiquorum se celebran regularmente subastas de codiciados relojes.
La subasta anual de relojes de Ginebra de la famosa casa de subastas Phillips, que recientemente ha presentado piezas de la colección de Jean-Claude Biver, es probablemente la más famosa de la ciudad. Para la mayoría de los amantes de los relojes, el mero hecho de pararse frente al edificio principal de Rolex o Patek Philippe y sacarle una foto ya puede ser una gran sensación. Sin embargo, mi momento favorito de una visita a Ginebra sería ir al Museo Patek Philippe. Sin duda, guarda muchos tesoros para los amantes de los relojes, incluyendo interesantes historias sobre los orígenes y antecedentes de la tradicional marca Patek Philippe. Después, visitaría el punto de referencia de la ciudad, el Jet d’Eau. Curiosamente, incluso esta famosa fuente, situada en el centro del lago Lemán, tiene una relación con la relojería: originalmente, la fuente tenía solo unos metros de altura y servía, entre otras cosas, como válvula de alivio de la presión para las máquinas de los relojeros y joyeros, antes de ser trasladada a la cuenca del lago en 1891 con una mayor presión de agua. Desde entonces, también ha servido como atracción turística y punto de referencia mundial de Ginebra.
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