Si compra un reloj mecánico nuevo hoy en día, lo más probable es que sea un reloj automático. Si nos remontamos a las décadas de 1950 y 1960, la elección entre un reloj de cuerda manual o uno automático era muy relevante. Todo eso cambió con la revolución del cuarzo en los años setenta. A partir de ese momento, la cuestión ya no se centraba en si su reloj era manual o automático, sino en si quería un reloj de cuarzo o mecánico, aunque pocas veces había duda. Como sabemos, la revolución del cuarzo inició un cambio masivo en la industria relojera en detrimento de los relojes mecánicos, tanto de cuerda manual como automática.
Pero ¿sabía que incluso durante esta convulsa época de la relojería mecánica, algunas marcas lograron éxitos mecánicos impresionantes? Uno de ellos fue el resultado de la investigación constante en la creación de relojes automáticos más delgados. Si se pregunta cómo funcionan los relojes automáticos, consulte el magnífico artículo de Tim Breining «¿Qué es un reloj automático y cómo funciona?», donde explica el principio básico de los relojes automáticos. En esencia, los relojes automáticos se dan cuerda mediante el movimiento del brazo del usuario. Mientras el usuario hace sus rutinas cotidianas, el rotor oscila con cada movimiento de su brazo, dando cuerda al muelle.
El rotor es una parte sumamente importante de cualquier movimiento automático. Es el elemento que necesita espacio para girar cuando el usuario mueve el brazo. Los relojes de lujo están equipados con rotores fabricados con materiales como el tungsteno, el oro o el platino para garantizar que son lo suficientemente pesados como para oscilar y dar cuerda al reloj. El rotor, o masa oscilante, como también se le llama, es, por tanto, crucial para crear relojes más delgados. Dicho de otro modo, es mucho más fácil producir relojes planos de cuerda manual porque no tienen rotor y, en consecuencia, no necesitan espacio para él en sus cajas.
¿Quién desarrolló el movimiento de reloj automático más delgado?
Sin embargo, esto no ha impedido que las marcas intenten que los relojes automáticos sean lo más delgados posible. Cuando existe un reto mecánico, las marcas de relojes intentan encontrar la manera de resolverlo. Hay algunas marcas que se han hecho un nombre a lo largo de los años en lo que se refiere a la fabricación de relojes ultraplanos. Históricamente, Jaeger-LeCoultre, Vacheron Constantin y Audemars Piguet compitieron por desarrollar relojes ultraplanos a principios del siglo XX. A mediados de la década de 1950, Piaget también formó parte de este grupo. Sin embargo, una vez iniciada la revolución del cuarzo, la búsqueda del reloj más delgado se trasladó a estos relojes. En 1979, el fabricante suizo Concord lanzó el Concord Delirium, que solo medía 1.98 mm de grosor. Ese movimiento fue una importante inspiración para el innovador concepto de los relojes Swatch que se introdujeron en 1983; el diseño utilizaba el fondo de la caja como placa base sobre la que montar el movimiento.
Durante el reinado del cuarzo, varias marcas se esforzaron por desarrollar un gran movimiento mecánico ultraplano. Jaeger-LeCoultre creó el ahora legendario calibre JLC 920 que se presentó en 1967 para Audemars Piguet, Vacheron Constantin y Patek Philippe. La empresa entregó el movimiento como un ébauche a las tres marcas. Esencialmente, eso significa que se entregaba como un kit, y que podía ajustarse y decorarse según los deseos de la marca que lo compraba; ahí es donde las cosas se ponían interesantes.
El calibre 920 de JLC era el movimiento automático con rotor montado en el centro más delgado del mundo en aquella época, pero Jaeger-LeCoultre nunca llegó a utilizarlo para uno de sus propios relojes. Audemars Piguet lo utilizó como movimiento base para el calibre 2120 que impulsó el primer Royal Oak ref. 5402 presentado en 1972. Patek Philippe utilizó el movimiento JLC para desarrollar el calibre 28-255 del primer Nautilus de 1976, y Vacheron Constantin lo utilizó para desarrollar el calibre 1120 que dio vida al legendario 222 de 1977.
Innovador: el calibre 920 de Jaeger-LeCoultre
Sí, este revolucionario movimiento hizo latir a tres de los relojes deportivos modernos más emblemáticos que iniciarían la revolución en el diseño de relojes que desencadenó por primera vez el Royal Oak de Gérald Genta. Era necesario un movimiento automático ultrafino y fiable para impulsar estos relojes de lujo y hacer realidad la visión de Genta de un reloj deportivo moderno automático muy delgado. Precisamente por eso, el calibre 920 (o 2120 en el universo Audemars Piguet) era la respuesta perfecta. El movimiento medía solo 2.45 mm de grosor y utilizaba un rotor de oro de tamaño natural. Además de ser una maravilla técnica, el movimiento también es hermoso de ver en acción. La revolucionaria arquitectura es preciosa, al igual que el acabado de cada una de las tres marcas, a pesar de que los fondos de vitrina no eran habituales en aquella época. Era una gozada contemplar esta maravilla mecánica en funcionamiento en los relojes que sí la tenían; ver el rotor a tamaño natural sobre el carril de berilio es sencillamente maravilloso.
Durante años, el calibre 920 de JLC fue el movimiento automático más delgado con rotor completo, pero ¿cómo hacer algo aún más delgado? La respuesta estaba, lo ha adivinado, en el rotor. Normalmente, el rotor de un reloj debe montarse sobre la base del movimiento, lo que aumenta la altura total del reloj, pero existen otras opciones, como integrar el rotor en la construcción del movimiento. Aquí es donde entra en juego el microrrotor. En realidad, el microrrotor se inventó en la década de 1950. Fue la solución que utilizó Piaget para su revolucionario movimiento 12P de 1960, que medía solo 2.3 mm de altura, 0.15 mm menos que el calibre 920. Puede que no parezca mucho, pero en relojería ciertamente lo es. Por cierto, Piaget sigue utilizando microrrotores en sus calibres ultraplanos hasta el día de hoy.
Bvlgari y la línea Octo Finissimo
La misma técnica fue empleada por Bulgari para su serie de relojes Octo Finissimo que baten récords. Esa serie comenzó en 2014 con el movimiento tourbillon de cuerda manual más delgado jamás fabricado en el Octo Finissimo Tourbillon, y el movimiento de repetición de minutos de cuerda manual más delgado en el Octo Finissimo Minute Repeater. En 2017, sin embargo, asistimos a la presentación del Bulgari Octo Finissimo Automatic con un nuevo movimiento que bate todos los récords. El reloj mide tan solo 5.15 mm de grosor, y el calibre que lleva dentro, el BLV 138 con un microrrotor de platino, tan solo 2.23 mm. Ese mismo año, sin embargo, Piaget batió el récord del reloj automático más plano con el Piaget Altiplano Ultimate Automatic de 4.30 mm de grosor.
Pero Bulgari recuperó la corona solo un año después con la presentación del Octo Finissimo Tourbillon Automatic en 2018. Ese reloj se convirtió en el reloj automático más delgado jamás fabricado, así como en el reloj tourbillon más delgado. A diferencia de los anteriores relojes récord de la serie, no utilizaba un microrrotor. En su lugar, utilizó el llamado rotor periférico, es decir, un anillo muy delgado que gira a lo largo de la periferia del movimiento. Esencialmente, puede integrar el rotor en el exterior del movimiento, haciendo posibles calibres aún más delgados. Aunque los primeros intentos de rotores periféricos se remontan a la década de 1950, fue la marca Carl F. Bucherer la que introdujo la versión moderna en 2009 con su calibre CFB A1000. Desde entonces, el rotor periférico ha inspirado a marcas como Bulgari, Vacheron Constantin, Breguet y Audemars Piguet a idear movimientos ultraplanos que incorporan esta solución técnica.
Desde el rotor central y el microrrotor hasta el rotor periférico, todo es prueba de que el desarrollo de los relojes nunca se detiene. La búsqueda para crear relojes ultraplanos es continua. El año pasado, Bulgari presentó el Octo Finissimo Ultra de cuerda manual como el reloj mecánico más delgado de la historia. Rápidamente le siguió el Richard Mille RM UP-01 de cuerda manual, que actualmente ostenta el título. Mi conjetura es que veremos relojes automáticos aún más delgados en los próximos años, porque al final, no se trata solo de batir récords, sino también de mostrar lo mágico que es realmente el mundo de los relojes mecánicos.
