Fundado en 1833, el fabricante suizo de relojes Jaeger-LeCoultre se ha ganado una excelente reputación a lo largo de los siglos y el título extraoficial de relojero de relojeros. A ello han contribuido, sin duda, los más de 1200 calibres de manufactura que ha desarrollado. En este artículo, nos gustaría echar un vistazo más de cerca a algunas de las mejores y más fascinantes obras de la «Grande Maison».
Un breve repaso a la historia de Jaeger-LeCoultre
Antes de adentrarnos en los calibres más legendarios de la marca, vamos a echar primero un vistazo a cómo Jaeger-LeCoultre se convirtió en lo que es hoy. Los inicios de Jaeger-LeCoultre se remontan al relojero autodidacta Antoine LeCoultre, que abrió un taller de relojería en el pequeño pueblo suizo de Le Sentier en 1833. Además de los movimientos relojeros, LeCoultre también desarrolló herramientas especiales, como una máquina para producir piñones de acero inoxidable y el llamado Millionomètre. Este último es un instrumento de medición que permitió por primera vez medir con una precisión de una milésima de milímetro. Ya en 1880, LeCoultre era considerado el especialista de los movimientos con complicaciones y, apenas unos años más tarde, empleaba a casi 500 personas. Entre los clientes que utilizaban los calibres de la manufactura se encontraban pesos pesados como Patek Philippe, Cartier, Audemars Piguet y Vacheron Constantin. En 1903, LeCoultre empezó a colaborar con el relojero parisino Edmond Jaeger. Tras décadas de cooperación, las dos empresas se unieron finalmente bajo la marca Jaeger-LeCoultre. En la actualidad, Jaeger-LeCoultre es el buque insignia del grupo empresarial de artículos de lujo Richemont.
Calibres Jaeger-LeCoultre que hicieron historia
Tras esta breve excursión por la historia de la «Grande Maison», llegamos a los verdaderos protagonistas de nuestro artículo: los mejores calibres de Jaeger-LeCoultre.
Una obra maestra diminuta: el calibre 101
Empecemos por un verdadero hito: el Calibre 101. Este movimiento es una maravilla tecnológica que Jaeger-LeCoultre presentó en 1929 y que sigue considerándose el movimiento mecánico más pequeño del mundo. Con unas medidas de solo 14 mm de largo, 4.8 mm de ancho y 3.4 mm de grosor, el movimiento cabe cómodamente en la uña del pulgar. Este calibre Baguette Duoplan de dos capas y cuerda manual se desarrolló para relojes joya especialmente delicados, como estaban de moda en los años veinte y treinta. El calibre 101/4, la versión actual del movimiento, consta de 98 piezas individuales que tan solo pueden ensamblar unos pocos relojeros, aquellos con más talento y habilidad del mundo. La corona está situada en el fondo del reloj para no interrumpir las líneas claras de la caja. El volante del calibre 101 oscila a 21 600 alternancias por hora y tiene una reserva de marcha de unas 33 horas. Debido al difícil proceso de fabricación, Jaeger-LeCoultre únicamente produce unos 50 ejemplares del calibre 101 al año. La mayoría de ellos ya están vendidos antes incluso de empezar a fabricarse o están reservados a la joyería. En consecuencia, el círculo de propietarios es muy exclusivo. Una de las propietarias más famosas de un JLC 101 fue la reina Isabel II. La monarca lució un Jaeger-LeCoultre 101 con un brazalete engastado con diamantes durante su coronación en 1953. Asimismo, con motivo del Jubileo de Diamantes de la reina Isabel II en 2012, los maestros de Jaeger-LeCoultre le regalaron una nueva edición del 101 para celebrar sus 60 años en el trono.

Primer puesto para el calibre 978
Con un diámetro de 30 mm y un grosor total de 7.1 mm, el siguiente calibre parece casi gigantesco en comparación con el 101. Sin embargo, el calibre 978 es uno de los calibres automáticos con tourbillon más delgados del mundo. El movimiento se estrenó en 2009 en el JLC Master Ultra Thin Tourbillon, consta de 302 piezas individuales y tiene una reserva de marcha de 45 horas. Con motivo del 50.º aniversario del Museo Internacional de Relojería (Musée international d’horlogerie) de La Chaux-de-Fonds, se celebró en el mismo año un concurso de cronometría por primera vez desde 1972. En homenaje a los concursos que tenían lugar en los observatorios de antaño, los mejores fabricantes de cronómetros de lujo fueron invitados a competir en el Concours international de chronométrie 2009. El merecido ganador fue el Master Ultra Thin Tourbillon con el calibre 978 haciendo tictac en su interior. Con una desviación de la marcha de ± 0.13 segundos al día, Jaeger-LeCoultre ha creado uno de los relojes mecánicos más precisos del mundo. Para entender mejor lo brillante que es este rendimiento: una desviación de la marcha de -4 a +6 segundos al día se considera normal para un cronómetro.
Jaeger-LeCoultre Ultra Thin Tourbillon
Un auténtico torbellino: el calibre 174
Nuestro siguiente calibre se llama 174 y es el corazón del JLC Reverso Gyrotourbillon 2. Este movimiento consta de 373 componentes, de los cuales más de 100 se utilizan solo para el gyrotourbillon que le da nombre al modelo. A diferencia de un tourbillon convencional, en el que el volante se asienta en una jaula que gira alrededor de su propio eje, el gyrotourbillon tiene una segunda jaula que gira alrededor de otro eje. Este fascinante componente no solo reduce la dependencia posicional del volante, sino que también hechiza inevitablemente a todo observador. Como el Reverso Gyrotourbillon 2 es de edición limitada a solo 74 ejemplares, tiene un nivel de exclusividad elevado, lo que se refleja en el precio. Un Reverso con calibre 174 es, por tanto, una inversión que merece la pena.

El que funciona solo: el calibre 562
Un móvil perpetuo es una construcción mecánica que puede impulsarse a sí misma indefinidamente sin más. Desgraciadamente, las leyes de la física no permiten un dispositivo semejante, pero el 15 de enero de 1936 Jaeger-LeCoultre presentó un reloj que se acercaba sospechosamente a este sueño mecánico. El Jaeger-LeCoultre Atmos, un reloj de mesa decorativo, puede funcionar teóricamente durante décadas sin que haya que dar cuerda al movimiento ni una sola vez. De esto se encarga el impresionante calibre 562, que obtiene gran parte de la energía que necesita del cambio de la temperatura ambiente. Una fluctuación de temperatura de solo un grado mantendrá el Atmos en funcionamiento durante 48 horas. Este fascinante mecanismo utiliza el cambio inducido por la temperatura en el gas cloroetano. Al expandirse o contraerse, se genera energía que se almacena en un muelle mecánico. No obstante, como esta energía apenas es suficiente, el movimiento del Atmos es impulsado adicionalmente por un denominado péndulo de torsión. Ahora bien, esto tiene tanto ventajas como inconvenientes. Por ejemplo, no hay ni un solo reloj Atmos con segundero debido a la poca energía generada. Debido a la lentitud de la rotación, tampoco es problema instalar un indicador adicional del mes y de las fases lunares. Muchos entusiastas de la relojería creen que este impresionante desarrollo le ha valido a Jaeger-LeCoultre un lugar en la Santísima Trinidad del mundo de la relojería.
Los relojes Jaeger-LeCoultre Atmos, que funcionan según este principio, se construían ya en el siglo XVII. Una de las variantes más antiguas es el Eltham Perpetuum del inventor holandés Cornelis Drebbel, que gozó de gran popularidad en varias cortes reales. El Atmos original, por su parte, fue diseñado por Jean-Léon Reutter, un ingeniero de Neuchâtel. Este vendió la patente a finales de los años veinte a Edmond Jaeger, que hizo que LeCoultre construyera y perfeccionara el movimiento. El calibre 562 actual de Jaeger-LeCoultre puede, por tanto, remontarse a una larga historia de desarrollo impregnada de tradición.
El autómata: el calibre 815
El calibre Jaeger-LeCoultre 815 es un movimiento para todos aquellos que de vez en cuando necesitan una llamada de atención. El movimiento es especial en varios aspectos: en primer lugar, es uno de los primeros calibres automáticos de JLC y, en segundo lugar, puede presumir de ser el primer movimiento automático con función de alarma. La primera vez que se utilizó este calibre fue en 1956, montado en el interior del Jaeger-LeCoultre Memovox (ref. E853). El calibre tiene la llamada alarma de repetición y también se utilizó en el Jaeger-LeCoultre Deep Sea Alarm (ref. E857) en 1959. El calibre 815 cuenta con dos barriletes separados. Uno de ellos funciona por cuerda automática y se encarga de mostrar la hora. El segundo barrilete es responsable de la función de alarma y se le da cuerda a mano. El movimiento late a una frecuencia de 18 000 alternancias por hora, tiene un volante Glucydur con una espiral plana de compensación automática y un total de 17 rubíes. El movimiento 815 ya entonces ofrecía una reserva de marcha de 45 horas y proporcionaba un tono de alarma de 20 segundos.

En 1966, el JLC 815 evolucionó convirtiéndose en el calibre 825, que permitía una ventana de fecha adicional en la esfera. A diferencia de otros relojes automáticos vintage de Jaeger-LeCoultre, ambos calibres tienen un segundero central y no están accionados por un rotor convencional, sino por un rotor «bumper» o de martillo. El calibre respectivo tenía que estar cerca del fondo de la caja, ya que allí se encontraba el martillo de la alarma. No fue hasta la presentación del calibre JLC 916 en 1969 que se lanzó un movimiento con una masa oscilante clásica.
Resumen
Llegados a este punto, podríamos enumerar un sinfín de otros calibres Jaeger-LeCoultre de gran interés. Pero nuestra pequeña selección debería haberle dado una buena idea de las capacidades de la manufactura y haberle hecho conocer mejor la marca Jaeger-LeCoultre.