Por Sarah Elipot
En el panorama relojero suizo, dominado por manufacturas con siglos de antigüedad, Hublot, una marca fundada en 1980, es relativamente joven. Sin embargo, esto no le ha impedido convertirse en una manufactura de primera clase: incluso cuenta con su propio movimiento de cronógrafo, el UNICO, desde 2010. Además, Hublot cultiva la imagen de una empresa innovadora y se denomina a sí misma experta en el «arte de la fusión» y pionera en la investigación de materiales. ¿Pero qué alberga Hublot entre bastidores? ¡Hagamos un viaje a Nyon para descubrirlo!
Es una fresca mañana de diciembre cuando llego a las afueras de la ciudad de Nyon, donde están ubicadas la sede de Hublot y sus instalaciones de producción. Al acceder al vestíbulo del edificio principal, me da la bienvenida una gran escultura azul de un gorila de Orlinski. Es como si el gorila avisase a los visitantes: «En Hublot, nos gusta lo moderno, lo disruptivo, lo angular». A poca distancia de la estatua se encuentra Jean-Pierre con uno de los modelos deportivos de la marca ceñido a la muñeca. Jean-Pierre es el antiguo gestor de producción y mi guía durante esta mañana.
La visita comienza con el edificio que aloja los talleres de maquinaria y manufactura de piezas de Hublot, inaugurado en 2015 para duplicar el área de producción. Casi todos los componentes de relojes de Hublot se elaboran aquí, en Nyon. En la planta superior se percibe el rumor de las máquinas y el trajín de los operadores. Aquí es donde llegan las materias primas: latón, acero, titanio y oro en forma de largas barras que, a continuación, se remodelan mediante unas treinta máquinas para formar un engranaje por aquí, el puente de un barrilete por allá… En el extremo más alejado del taller, una complicada máquina trabaja silenciosamente. A diferencia de las demás, el líquido con el que opera no es un aceite de corte, sino un sorprendente fluido verde de aspecto alienígena. ¿Qué proceso está llevando a cabo? Se trata del mecanizado por descarga eléctrica o electroerosión, también conocido como EDM por sus siglas en inglés. En este proceso, se elimina material de una pieza de trabajo mediante una serie de descargas eléctricas rápidas recurrentes que transforman las finas placas de cobre en unas piezas afiligranadas. «Como se puede imaginar, acomodar todos los componentes en una caja es un desafío considerable. Es como un juego de Tetris, y a veces hay que reducir el tamaño de los componentes», explica Jean-Pierre.
Un piso más abajo, se efectúan las tareas de pulido, cepillado, arenado, revistimiento, engastado, grabado y granallado. Ese es también el taller en el que se pueden encontrar a los ocho aprendices que Hublot recluta cada año. Quizá se pregunte si estos aprendices son, en su mayoría, hombres jóvenes, pero lo cierto es que se trata de un grupo bastante equilibrado. Como Jean-Pierre explica, «la relojería es un trabajo meticuloso que atrae tanto a mujeres como a hombres». (¿Quizá la industria relojera sea un lugar de equidad de género? Algo para explorar más adelante…) En el taller, Xavier está engastando diamantes de tres colores diferentes en un bisel, siguiendo el patrón de un modelo de reloj que no logro identificar. Sus movimientos son seguros, precisos. Tarda veinticinco minutos en engastar un bisel.
El nivel de integración vertical es, cuanto menos, impresionante: el centro de Nyon da trabajo a casi 600 personas con 38 profesiones diferentes, y Hublot tiene una máquina dedicada a cada operación ahí mismo, en sus instalaciones. «Esto nos aporta un buen grado de independencia y libertad. Por ejemplo, para probar un nuevo tornillo para un nuevo tipo de caja, hemos adquirido una máquina roscadora de tornillos que nos permite manufacturar y probar todos nuestros tornillos de inmediato. Desde luego, podríamos llamar a una empresa de tornillería cercana, pero los plazos de producción pueden alcanzar los 10 o 12 meses». Y el mercado, como todos sabemos, no espera.
Regresamos al edificio histórico a través de un puente peatonal con vistas a las vías del pequeño tren rojo que traslada a los empleados de Hublot desde la estación principal de Nyon. Bajo nosotros se halla el lago Lemán y, tras este, el macizo del Jura. Sin duda, los campus industriales de Suiza tienen algo de especial. La siguiente fase de la visita nos lleva a lo que ha forjado (nunca mejor dicho) la reputación de Hublot: su laboratorio de metalurgia y materiales, que trabaja estrechamente con la división de I+D de la compañía. Es aquí donde nacen las durísimas cerámicas de colores atrevidos características de Hublot. Los ingenieros que trabajan en el laboratorio (algunos de los cuales, según se me informa, proceden de la prestigiosa Escuela Politécnica Federal de Lausana) no escatiman en gastos. La cerámica de color rojo intenso de Hublot, por ejemplo, requirió la construcción de un nuevo horno capaz de preservar los pigmentos a lo largo del proceso de cocción para que el rojo carmín no se convirtiera en granate. El Magic Gold, un oro de 18 quilates reputado por ser totalmente resistente a los arañazos, es uno de los materiales más representativos de la marca y el fruto de un matrimonio inesperado: una aleación de oro y cerámica. Me surge la duda de si la cerámica y el oro se derriten y se funden, o si emulsionan como el aceite y el vinagre. La respuesta corta es no, no lo hacen: una ronda de cocción inicial solidifica las partículas de cerámica (redondas), fijando su forma, y a continuación el oro derretido rellena los huecos para crear una matriz. Tendría que ampliar la imagen 200 veces para ver la estructura del material. Por supuesto, todas estas innovaciones técnicas no surgen de la noche a la mañana; puede llevar hasta dos años desarrollar un nuevo material.
La luz invernal inunda la sala, en la que los empleados trabajan con una concentración extrema y bajo un silencio monástico, montando componentes, engrasando rubíes e instalando agujas en las esferas. Para visitar el taller de montaje, es obligatorio llevar una bata blanca. Los relojeros llevan dediles de látex y trabajan bajo campanas de flujo laminar. Una sola partícula de polvo puede comprometer la precisión del movimiento, y los requisitos establecidos por Hublot a este respecto son muy estrictos: la tolerancia es de +/- 10 segundos al día. Los movimientos que no logran cumplir estos estándares son rechazados por el equipo de control de calidad.
Por último, Jean-Pierre nos muestra algunos ejemplos de movimientos complicados. Sabemos que a Hublot le gustan los relojes conceptuales, y allí me encuentro con un movimiento Ferrari Tourbillon ante mis propios ojos. Este calibre ostenta la mayor reserva de marcha jamás creada: 50 días. El diseño del Ferrari Tourbillon está claramente inspirado en el motor de un coche y, como guiño a los boxes de Fórmula 1, se da cuerda al reloj con una pequeña pistola de impacto que recuerda a las que utilizan los mecánicos para cambiar los neumáticos de los coches de carreras.
Cuando Jean-Pierre describe una última complicación muy conceptual, un mecanismo inspirado en un antiguo dispositivo para calcular la posición de las estrellas, me quedo sin aliento. El nombre del dispositivo no me viene a la cabeza de inmediato, por lo que pregunto: «¿Como en Indiana Jones?». «Sí», confirma Jean-Pierre, «es el mecanismo de Anticitera».
Se trata, en efecto, de un instrumento muy especial. Para entender de lo que estoy hablando, tendrá que haber visto Indiana Jones y el dial del destino. Hublot ha recreado tres copias del mecanismo que protagoniza la película, y toda la información que proporciona está impulsada por el calibre de un reloj mecánico. He de admitir que una gran parte de la información que proporciona el Antikythera, como el calendario egipcio, el calendario de los juegos panhelénicos y los ciclos calípicos, ahora está obsoleta, pero sigue siendo impresionante. Una de las tres versiones modernas del Antikythera está expuesta aquí en Nyon, en el taller de Hublot. Menos oxidada y engorrosa que la máquina atribuida a Arquímedes, la versión de Hublot se lleva en una correa de caucho (¿cómo iba a ser si no?). ¿Podría este mecanismo devolverme al asedio romano de Siracusa? ¡Ningún reto tecnológico parece demasiado ambicioso para Hublot!
Me gustaría dar las gracias a Jean-Pierre por sus explicaciones y anécdotas, así como a los empleados de Hublot que tuvieron la amabilidad de mostrarnos su trabajo.
Cortesía de Hublot
