Hoy en día es prácticamente imposible adquirir un Rolex sin listas de espera interminables o exorbitantes recargos. Esta situación ha sido uno de los temas más debatidos en el ámbito de la relojería durante al menos todo el 2019. A nosotros también nos gusta hablar de buenas alternativas a los Rolex, un asunto que surge a menudo. Por supuesto, uno rara vez quiere ceder en cuanto a las prestaciones o calidad deseadas. Y, además, sería fantástico si el modelo en cuestión se pudiese comprar de inmediato, sin plazos de espera ni recargos sobre el precio de catálogo. Con los tres modelos presentados a continuación, no solo le presentamos relojes que cuentan con reconocimiento en todo el mundo de la relojería, ¡sino que además tienen su propio carácter!
Reloj n.º 1: Zenith El Primero
Se podría considerar que este primer reloj contribuyó en principio al éxito de Rolex:
Se trata de nada más y nada menos que El Primero de Zenith.

Muchos conocedores de la relojería saben que El Primero le legó su calibre al Daytona. Es decir, que Rolex incorporó en su Daytona el movimiento de esta misma familia de relojes de Zenith, ¡incluso hasta el año 2000!
Sin embargo, hay algunos detalles que casi nadie sabe sobre El Primero y que, en cierto modo, incluso eclipsan al Daytona.
Pero echemos primero un vistazo al reloj en sí: El Primero tiene un diámetro de 42 mm y una altura de 12.75 mm, con lo que posee el tamaño ideal para casi cualquier muñeca.

La caja, resistente al agua hasta los 100 m, destaca por su impresionante acabado. Otro elemento particularmente hermosos son los bordes, que poseen un perfilado doble y hacen que este reloj resulte algo más llamativo aún. El modelo representado en este artículo viene con una correa de cuero, con lo que se adapta a distintas muñecas. No obstante, también existe una variante de caucho y una de acero.

Si observamos la esfera del reloj, nos llama la atención inmediatamente el particular diseño de El Primero. Lo más llamativo son los tres totalizadores, de diferentes colores: gris claro, gris oscuro y azul. La aguja de cronógrafo roja aporta el contraste perfecto y, además, con la estrella de Zenith, ofrece otro curioso detalle.

La esfera es muy hermosa gracias al efecto rayos de sol, y las agujas e indicadores están provistos de Super-LumiNova, un material luminoso. Pero lo más fascinante se encuentra en el movimiento de El Primero. El primer aspecto, y el más importante para muchos amantes de la relojería: se trata de un calibre de manufactura fabricado por Zenith mismo, que además cuenta con una reserva de marcha de al menos 50 horas.

Además de las horas, los minutos y un pequeño segundero a las 9 en punto, este movimiento también incluye una función de cronógrafo. Debido a la frecuencia del volante empleada, esta función ofrece una ventaja enorme. Y es que El Primero oscila a 5 hercios, en comparación con los 4 hercios del Daytona, por ejemplo. De modo que permite medir tiempos con una precisión de una centésima de segundo, la primera ventaja frente a Rolex. Y otro aspecto que yo echo particularmente en falta en el Daytona: la fecha. El Primero la incorpora con elegancia en la esfera a las 6 en punto.

Y todavía hay una característica más que se suele echar de menos en un Rolex. Al contrario que la marca de la corona, El Primero muestra su movimiento, el calibre El Primero 400B, a través del fondo de la caja de cristal de zafiro. Un elemento fantástico es el rotor esqueletizado, típico de Zenith, con su distintiva estrella.
Aunque el Zenith El Primero es uno de esos relojes de los que se ha oído hablar, muchos no lo han observado más de cerca.

Sin embargo, la mayor sorpresa todavía está por llegar. Mientras que, en la actualidad, el Daytona se vende por entre 20 000 € y 25 000 €, buscando un poco se puede conseguir un El Primero desde unos 5000 €, es decir, tan solo un 20 % del precio de un Daytona. Lo único que no incluye Zenith son las largas listas de espera.
Reloj n.º 2: Omega Seamaster 300
Nuestro segundo reloj es otro icono de estilo con una historia que se remonta al año 1957, con lo que es casi tan antiguo como el Rolex Submariner.
El Omega Seamaster 300 está a la altura de Rolex en todos los aspectos que le han aportado tanto éxito y popularidad. Y, como descubriremos ahora mismo, ¡ofrece incluso más que el Submariner!

El Seamaster se concibió en 1957 como un reloj de buceo, sin duda como respuesta al Submariner, que se había presentado cuatro años antes.
Viene en una caja de 41 mm que es resistente al agua hasta los 300 m. Con 15 mm de altura, puede parecer un poco alto, pero esto se debe fundamentalmente al bisel y al fondo de la caja, con lo que el reloj no da la impresión de ser demasiado voluminoso.

Los flancos del reloj están delicadamente satinados, y las zonas superiores están pulidas. Las esquinas también están pulidas, lo que resalta la forma del reloj.
El brazalete, al igual que la caja, es de acero inoxidable. Las piezas exteriores son mates y las centrales están pulidas, lo que le confiere un aspecto bastante llamativo.

En contraposición con otros relojes como el Speedmaster, cuyo cierre resulta algo decepcionante, este Omega convence con un cierre macizo que ofrece un ajuste rápido muy cómodo; incluso más que el Glidelock de Rolex, pues se puede controlar con solo un botón en el cierre.

Si echamos un vistazo a la esfera, nos llama la atención de inmediato una de las características que han contribuido al éxito tanto de Omega como de Rolex: se ha mantenido el diseño propio tan apreciado por los seguidores de la marca. Con un diseño muy cercano al del Seamaster original de 1957, ¡este reloj irradia un increíble encanto vintage!
El bisel es el típico de un reloj de buceo. Está finamente dividido en 120 secciones, se gira en una dirección y, por supuesto, está elaborado en cerámica resistente a los arañazos.
Hasta ahora ya debería estar claro que el Seamaster no tiene ningún problema frente al Submariner de Rolex. Pero donde sin duda aporta mucho más es en el movimiento.

En este Seamaster, Omega también ha incorporado un calibre coaxial, que además de gozar de una precisión extrema, de entre 0 y 4 segundos al día, también es casi completamente antimagnético. Con una resistencia a los campos magnéticos de 15 000 Gauss, multiplica por 15 los 1000 Gauss del Milgauss, por ejemplo. Salvo Omega, casi ninguna otra marca lo ha logrado hasta el momento.
Por otro lado, el precio del modelo de Omega es claramente inferior al del Submariner. Se pueden adquirir modelos usados por menos de 4000 €.
Reloj n.º 3: Tudor Pelagos
Rolex tiene una oferta de relojes de más de 40 mm muy limitada. Cuando se trata de modelos como el Sea-Dweller en particular, uno debe prepararse para pagar recargos sobre el precio de catálogo y aguardar unos plazos de espera que no tienen por qué ser mucho mejores que los de los modelos deportivos de acero de menos de 10 000 €.
¿Y si pudiera encontrar un reloj similar por un precio considerablemente menor, digamos por poco más de 3000 €?
Aquí es donde entra en juego el Tudor Pelagos, un reloj que subsana muchos puntos críticos de otros Tudor y no tiene ningún problema a la hora de hacer frente a los modelos de su marca hermana.

El Tudor queda particularmente bien en muñecas de mayor tamaño: mide 42 mm de diámetro y 14 mm de altura, además de ofrecer la apariencia voluminosa típica de Tudor.

La caja no es de acero inoxidable, como es habitual, sino de titanio, por lo que es antialérgica y considerablemente más ligera que el acero, sin parecer por ello barata.

El cierre es el primer aspecto en el que Tudor satisface incluso a sus críticos y ofrece más que los modelos de buceo de Rolex. A todos nos ha ocurrido que el reloj nos queda algo más ajustado o más flojo en alguna ocasión porque el diámetro de la muñeca cambia ligeramente según la temperatura. Esto no supone ningún problema para el Pelagos, pues no solo cuenta con un ajuste rápido de 2 cm, sino que además incluye un sistema de resorte en el cierre que lo ajusta a la muñeca de manera flexible.

Y ya que estamos hablando de mejoras: Tudor por fin ha empleado un bisel de cerámica en uno de sus relojes, lo que hasta ahora era una de las mayores críticas a los modelos Black Bay.
Quien tenga miedo de que el reloj pierda por ello parte de su carácter vintage puede respirar tranquilo. Gracias a su acabado mate, no hay que temer ningún tipo de concesiones, y el recubrimiento luminiscente, incluso en el bisel, permite ver de noche mucho más que en otros modelos.

La esfera, con un réhaut doble, ofrece un particular aspecto tridimensional con indicadores perfectamente centrados y una escritura bien definida.

A las 3 en punto se encuentra la ventana de la fecha, sin lupa, como es habitual en Tudor, y sobre las 6 se nos recuerda la resistencia al agua de 500 m, más de lo que la mayoría de nosotros necesitaremos jamás.
Objetivamente, el Pelagos no tiene nada que criticar ni nada que lo haga peor que un Sea-Dweller. Al final, el diseño no es más que una cuestión de gusto personal. Pero quizá esta sea su mayor baza frente a Rolex: con un Tudor, puede estar seguro de que no meterá la pata con nadie ni parecerá un fanfarrón. Sin embargo, cualquier amante de la relojería reconocerá el encanto de su reloj. Es más, se podría decir que en los últimos años Tudor es una de las marcas más innovadoras en este ámbito.
Por el Pelagos no tendrá que esperar ni pagar de más, y lo puede encontrar en diversos colores, así como en una versión para zurdos, por menos de 3000 €.
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